PREGÓN DE LAS FIESTAS
Mi querido Regumiel, Convecinos y amigos todos:
"De orden del señor Alcalde ...". ante vosotros comparece, abrumado por su honroso encargo. un "sanador del cuerpo y la mente humana" transformado en "pregonero de la palabra".
Aún no me explico porqué yo he sido distinguido por el Ilustre Concejo que rige nuestro pueblo para dirigiros estas palabras como pregón de nuestras Fiestas de San Adrián, si no es por el mérito que da la suerte y el orgullo de haber nacido aquí, en este querido paraje serrano de Regumiel.
Aquí se me abrieron los ojos al mundo, en medio de esta maravilla natural admirada y codiciada por muchos, tapizada de gigantes majestuosos, erguidos al cielo en actitud desafiante, como una invitación a llegar al infinito.
Aquí pasé mi infancia feliz y, libre, corrí por sus calles y callejas. jugué con aquellos cacharros de hojalata y madera que la Naturaleza nos daba, conocí el pinar y los secretos de la madera, soñé por primera vez, me forjé ilusiones, me hice hombre, fui feliz..., y aquí sigo, junto a la gente que he querido emprendedora y alegre, trabajadora y jaranera, locuaz y chispera, de bien hacer y buena crianza.
De aquí salí, gracias a la tenacidad, esfuerzo y abnegación de mis padres para ser lo que soy y llegar donde he llegado. Ellos me guiaron en el camino de encontrar otros mundos, como hicieron también nuestros antepasados en busca de otras tierras lejanas: primero en el colegio, en Burgos, donde tuve la suerte de tener como maestro y amigo al Hermano Emiliano Pablo. ilustre Regumielo que fue el protector de todos los serranos que por allí pasamos. Más tarde, en la Universidad, a descubrir el mundo "del Saber y de la Ciencia", a calmar el dolor y curar la enfermedad en los pueblos, a sufrir los avatares de la vida cotidiana y a llevar con resignación ese sentimiento de morriña propio de todos los que estamos lejos de nuestro Regumiel querido.
Desde la visión exterior de los acontecimientos de Regumiel que da el vivir: fuera del pueblo, y bajo la perspectiva científica que aporta mi formación universitaria, he tenido la oportunidad de observar situaciones y hechos recientes de la vida del pueblo que han provocado un gran deterioro en la convivencia y comunicación entre la gente. Y para conocer con mayor precisión la realidad, traté de palpar el sentir general en el plano más profundo del ser humano, sus angustias y desvanes, temores y alegrías de momentos pasados, pero muy cercanos hoy, y comprobar sus consecuencias para Regumiel, tanto en el plano social – por deterioro de las relaciones interpersonales sin causa aparente – como en el aspecto económico y de desarrollo, por la pérdida irreparable de puestos de trabajo y riqueza.
Desde la libertad que me da esta Tribuna para exponer estos hechos con la sincera claridad, quiero hacer una reflexión, extendida a todos, para que situaciones semejantes no vuelvan a enturbiar la convivencia de Regumiel y que el camino a seguir sea el respeto a la libertad de cada uno, la moderación como actitud de comportamiento racional, y el consenso como muestra de buena voluntad. Un cambio de rumbo deseado, que me consta ha calado con satisfacción entre la gente y cuyo liderazgo ha enarbolado con gran acierto nuestro querido Regidor.
Quisiera tener un recuerdo especial para todos aquellos hijos de Regumiel que un día se fueron a tierras lejanas y no pudieron cumplir el sueño de volver a su pueblo. Y para aquellos que no han podido estar hoy con nosotros, pues seguro que su pensamiento y su corazón se estremecerían al recordar, un día como hoy, la tierra que les vio nacer.
¡ Regumielos, turistas, forasteros, gentes de paso...! Vivamos nuestras Fiestas con alegría, y de las penas olvidaos.
Recordad
sólo lo bueno y desechad todo lo malo,
olvidaos
de los amores que malamente acabaron,
olvidad
a los políticos y los créditos de los bancos,
olvidad
a los ministros,,, y al de Hacienda, ni mentarlo.
Ahogad en vino las penas aunque sea de zurracapote aguado, no digáis a vuestros hijos que estudien para ser algo; que a casa vuelvan cuando el lucero del alba se esté apagando; dejadles que pongan música y bailen, aunque el sonido esté muy alto, y a vuestras hijas dejadles que vengan con un muchacho sin que tenga que firmar con tinta un papel en el Juzgado.
Huid de los acreedores que tiempo habrá de pagarlos, hasta que no acudan las Fiestas del bueno de Adrián, el Santo. Descansad para que estos días os llenen la vida entera, y que al correr de los años, los abuelos y abuelas, con el candor de una lágrima, digan a nietos y nietas, cantando a san Adrián:
¡Vivan las Fiestas!
¡Viva Regumiel de la Sierra!
NUESTRO PREGONERO
Miguel Ángel Andrés Molinero es licenciado en Medicina por la Universidad de Madrid, máster en documentación y sistemas de información sanitaria y diplomado en gestión y organización sanitaria. Trabaja en la unidad de Información Clínica del Hospital "Nuestra Señora de la Concepción", de Madrid. Por otra parte. ejerce la dirección en cursos de Doctorado y Másters postgraduado. Asimismo, es autor de diferentes trabajos y ponencias técnicas.
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Silvia
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